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Valerian:
El paladin valiente.


Nos encontramos en los archivos pertinentes a la historia de Valerian, recopilada por los historiadores del rey, en las mismas se encuentran registrados todos sus actos desde que llego de aquel misterioso barco hasta alcanzar la inmortalidad en el recuerdo de los habitantes del imperio.

Parte I

La llegada

Nunca se supo con exactitud de que lugar provenía Valerian, todo lo que se conocía era su llegada al puerto de banderbill un buen día de verano. El gran paladín, llego a la gran ciudad como un simple campesino que soñador, pero conociendo sus limitaciones se resignaba a su idea ya que para ser alguien necesitaría de un maestro y con los movimientos que se sucedían en ese periodo le seria imposible conseguir uno.
Comenzó a trabajar en una pequeña granja en los Barrios Bajos, lugar en donde se cruzaba continuamente con grandes guerreros, algunos importantes legionarios cuyos trajes relucían al brillar del sol, y otros encapuchados y de ojos oscuros tirando a rojizos con ropajes extraños y miradas turbias, también por el lugar rodeaban lo que el mundo le denominaba, “renegados” (guerreros de poca temple que no obedecían las ordenes de nadie). Mientras recolectaba frutos de su quinta Valerian se imaginaba a si mismo cruzando en su brioso corcel, luciendo su armadura de legionario admirado por los ciudadanos del imperio y respetado por sus colegas. Y así se quedo pensando en voz alta mientras se apoyaba contra el cerco que delimitaba su propiedad.

El maestro

No muy lejos de aquel lugar, en el mesón hostigado (la taberna de banderbill) se encontraba un guerrero de las tinieblas (mas bien llamado hordas del caos) muy conocido como El acechador, nombre que el mismo se dio por razones misteriosas. Mientras este mismo se encontraba bebiendo un gran vaso de agua fresca, recordaba sus viejos tiempos de libertad, aquellos días de libertad e inocencia, el tiempo había cambiado su forma el profundo respeto que el mismo sentía por su facción se fue consumiendo de a poco con ver la deshonrosa actitud de sus compañeros. Resignado a este tema el mismo noto que su sed de venganza contra los desleales lo había vuelto un traidor a el mismo pues se compadecía de aquellos inocentes que eran valerosos y perseguía a los otros que, rodeados de compañeros, lo terminaban derrotando en cada enfrentamiento. Habiendo reflexionado suficiente, El acechador se retira del mesón hostigado, no sin antes combatir contra los guardias imperiales que los perseguían.
Al ingresar a los Barrios Bajos escucho a un joven campesino que se encontraba apoyado sobre el cerco de su quinta y vio reflejado en el la figura de su pasado, y supo que lo acompañaría contra sus principios hasta su fin. Se acerco desde las sombras y lo llamo.
Valerian de repente se sobresalta al notar de que un guerrero lo llamaba desde la oscuridad, se asomo y El acechador le pregunto: _ “¿Quieres ser un guerrero? Yo te ayudare” y diciendo esto desenfundo una espada que brillaba como el reflejo de la luna sobre los ojos de una novia a la espera de su amado, el acechador se la entregó a un Valerian que se encontraba en una mezcla se sentimientos de felicidad y emoción, pero el acechador volvió a hablar:_” Te entrego a Camus la espada de la noche, te protegerá de todos los males en cada batalla que libres, pero antes de poder utilizar esta espada necesitaras desarrollar muchas habilidades” mientras sacaba una espada común de herrería y se la entregaba para el entrenamiento.
“Prepárate haz todos los preparativos necesarios que mañana al alba saldremos a entrenar”
El acechador se despidió con un gesto monto en su caballo y se retiro perdiéndose de vista con una velocidad pasmosa.


El comienzo del entrenamiento.

A la mañana siguiente cuando El acechador se asomo de vuelta por la quinta de Valerian el joven ya estaba preparado con una armadura rudimentaria y un simple casco con muchas expectativas. El guerrero caotico no pudo contener una sonrisa que bajo su yelmo no se distinguía.
En silencio se retiraron de los Barrios Bajos hacia los territorios fuera del control de la cuidad.
:_”Aquí encontraremos un territorio boscoso poblado de lobos, creo que con la fuerza adquirida de tu trabajo manual el lobo es buen rival para vos” le explicaba El acechador.
Varios días se la pasaron entrenando y a con cada lobo sus maniobras con la espada y se velocidad pasmosa, ya estaba listo para un nuevo rival.
:_ “Es hora de emprender un viaje no muy largo pero iremos a visitara la ciudad de Ullathorpe, se encuentra al sur de Banderbill, tendremos un camino medianamente largo asi que entrenaremos tambien durante el tramo, en Ullathorpe tengo una cuenta bancaria en la que guardo una varita magica para trabajar sobre otros medios de nuestra clase de guerreros”

Relatos de un futuro

Capítulo I: El rescate


La sombra de un ser encapuchado se escurría por la noche de Suramei. El pequeño enano avanzó a paso acelerado hasta llegar al enorme Palacio de Justicia. Se detuvo para admirar el edificio, y luego se acercó a la puerta rápidamente, sacó una pequeña llave que estaba atada a su bolsillo y abrió la puerta con un chirrido. Unas pocas velas se encendían para guiarlo hasta su puesto, varias personas lo esperaban sentados; colgó la capa, y se dirigió hasta su asiento.
-Bien, por fin has llegado- dijo uno
-Lamento el retraso, Xisk- dijo el enano- pero tengo la información.
-Bien, que suerte que la tienes, cuéntanos Barbak ¿Qué has hallado?- dijo otra voz
-Bueno- encendió una pipa pequeña que se encontraba frente a él- Tú sabes muy bien Sáralonde, que lo más probable era que se encontrase allí.
-¿Te refieres en la cárcel de Banderville?- respondió un humano con los ojos cansados por el paso del tiempo.
-Así es Lathval, está allí.
-¿Cómo haremos para rescatarlo?- exclamó una nueva voz
-No lo sé, tú Malkat, deberías tener algún plan.
-Podríamos realizar un ataque en algún sector cerca del perímetro de Banderville para llamar la atención- dijo una voz distinta
-La idea de Mixtli no es mala, pero no creo que funcione- respondió Sáralonde
-Podemos realizar una distracción acuática- se escuchó, era la última voz
-Esa idea no funcionará Magudtir- exclamó Barbak- perderemos muchos hombres y lo más probable es que seamos avistados por puestos de mando enemigos.
-Bien, habiendo escuchado a cada uno dentro de esta Asamblea, creo conveniente realizar una misión de rescate directo, sobre la cárcel de Banderville, silenciosa y cautelosamente- dijo el líder militar.
Los demás asintieron.
-Entonces deben prepararse, Barbak, Xisk y Sáralonde irán con un reducido grupo de tropas al Oeste, deberán infiltrarse entre los bosques y penetrar en la cárcel lo más silencioso posible. Rescaten a Ecnath y vuelvan lo más rápido que puedan, los barcos estarán en donde hayan desembarcado.
Cuando la conversación hubo terminado, los hombres se relajaron…
-Creo que debo descansar- dijo Barbak mientras apagaba su pipa- el día ha sido largo y no soy tan joven como hace cincuenta años.
-La vejez nos inunda a todos pirata- respondió Lathval, y luego se retiró y junto con él Xisk y Magudtir.
-Bueno señores, un placer haberlos visto bien- terminó Barbak
-Que descanses Barbak, mañana será un día largo y nadie sabe cuánto viviremos- respondió Sáralonde.
-Cierto- dijo Mixtli- pero han pasado setenta años desde que he sido elegido asambleísta, nunca creí que Lathval pudiese vivir tanto.
-He de aceptar que la medicina ha avanzado mucho y combinada con la magia arcana nos permite mantener a nuestros fieros guerreros aún de nuestro lado- exclamó Malkat
-Piensen que si no hubiese bebido parte de la Lágrima del Creador, hoy estaría haciendo fuerza para levantarme- dijo Barbak
-Señores me voy a acostar- dijo Malkat- buenas noches
Los demás lo saludaron.
-¿Cuántos años tendrías ahora?- preguntó Sáralonde
-Trescientos veinte aproximadamente- respondió el enano- me quedarían treinta años de vida nada más- y dicho esto se echó a reír.
-Bueno ya no te rías tanto que puede que tu corazón deje de funcionar- dijo riéndose Mixtli- he de acostarme temprano, los tiempos son difíciles.
Una vez que Mixtli se hubo ido sólo quedaron Sáralonde y Barbak en la enorme habitación.
-¿Cómo piensas que saldrá todo mañana?- preguntó el elfo
-No lo sé, pero esos imperiales cobardes deben pagar por lo que le han hecho a Ecnath
-Estoy de acuerdo, ¿qué otras sorpresas nos deparará el futuro?
-Eso nadie lo sabe, sólo se descubre viviendo, por eso mañana hay que volver todos.
-Sí… ¿Sabes que es una misión casi suicida, no?
El enano no dijo nada, más bien se quedó con la mirada perdida un rato, misiones suicidas… ¿Cuántas misiones suicidas deben haber ocurrido en el mundo para que hoy lleguemos a ser lo que somos?, seguramente muchas, pensaba.
-Barbak…
-Disculpa, sinceramente no lo sé, creo que la esperanza es lo último que se pierde, incluso muerto, la esperanza de un día regresar está… Creo que la misión sólo es suicida si nos dejamos morir.
Las gotas de agua no aguantaron más en compañía de las nubes y se desprendieron de ellas, cayendo en la tierra y dando origen a una leve pero constante lluvia, el viento golpeaba los edificios de la ciudad y el soplido era como un llamado de advertencia para todo el pueblo.
-El mundo… ha cambiado mucho- prosiguió el enano- desde los memorables momentos que vivíamos hace setenta años.
-Es verdad, creo que la nostalgia terminará por acabar con nosotros.
Ambos rieron con ganas.
-Todos sabemos que la guerra está tocando la puerta, sólo debemos decirle, donde queremos verla- continuó el enano
-O podemos salir por la ventana mientras toca…
-¿Acaso Fausto querría eso?
-Fausto hubiese querido lo mejor para la República
-Exacto… La incógnita aquí es… ¿Qué es lo mejor?
-No lo sabremos hasta que abramos la puerta o salgamos por la ventana…
-Cierto, bueno, he de descansar. Nos veremos mañana, que Fausto te guíe en la noche.
-Adiós.
El elfo se mantuvo pensativo un rato, incluso cuando las velas se apagaron y el soplido del viento hacía golpear las ventanas. El elfo se levantó y miró al horizonte a través del piso superior del palacio.
-Mañana saldrá el Sol. Que Fausto nos proteja.

 
   
 
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